AZUL ÍNDIGO




''Índigo y sangre''
El índigo proviene de una planta tropical que crece en climas cálidos. El índigo era muy cotizado porque era el único material natural que la gente podía encontrar entre el siglo XVI y XIX, que podía teñir materiales ricamente de azul y es por eso que las autoridades occidentales lo querían para indicar la riqueza y el poder. Esto aumentaría la explotación generalizada desde la India hasta el África Occidental y la mayoría de las Américas.
Aunque el índigo puede no ser el pigmento utilizado explícitamente en las dos pinturas de esta sala, la representación y legados de este color tienen una historia muy importante más allá de lo visual. El "Conde de Vadreuill'' de Houbart, pintado en 1578, presenta al conde llevando un vestido de hermoso terciopelo teñido de índigo, pero cuando se mira más de cerca se puede ver que está señalando una herencia mucho más problemática porque se revela que está marcando sus plantaciones en Sandomag (actual Haití) cultivadas por esclavos africanos occidentales. Para 1713, la exportación más grande y rentable de la isla era el índigo. Era una tarea complicada y laboriosa que requería gran habilidad. Por eso, los africanos occidentales habían sido expertos en la fabricación y el uso del tinte. Sin embargo, el proceso de fabricación resultaba mortal por los humos tóxicos. Hay otro detalle que agrega aún más profundidad a la historia y que permite ver un legado más esperanzador porque históricamente en Sandomag tuvo lugar la única rebelión exitosa de esclavos, creándose el primer país regido por ellos, aboliéndose con esta acción el esclavismo y el tráfico humano. Curiosamente, uno de los líderes, Julian Raymond, resultó ser un plantador de índigo.
El cuadro ''Sra. Oswald'' de Johann Zoffany muestra el mismo caso que el del conde. Aunque posiblemente predomina el azul de Prusia, ella usa un vestido fino teñido de índigo para resaltar la riqueza y el estatus, pero también para demostrar su herencia, una serie de plantaciones de índigo en Jamaica con más de cien esclavos. Su esposo, Richard, era el propietario de Bunce Island en Sierra Leona, un importante puesto de comercio esclavista para los británicos ubicado en la costa occidental africana donde se vendían principalmente esclavos expertos en el cultivo del arroz y del índigo y durante ese tiempo el índigo era un bien tan altamente valorado que se podía intercambiar la vida de un esclavo por un puñado de este material. Esto hizo que la realización de la obra tan solo fuera posible por el mecenazgo mediante la riqueza personal de los Oswalds obtenida mediante las plantaciones y el comercio. El químico del color del siglo XIX, George Field, describió las paletas de los pintores como un museo de curiosidades de todas partes del universo. Para estas paletas, las minas y los tesoros de las profundidades del mar son cedidos (colores de Francia, Inglaterra, Arabia, de las sepias, de los bueyes ingleses, el índigo indio producido por esclavos, rojo de China…). Esto ejemplifica como tantos materiales artísticos vienen de todo el mundo y han derivado de la explotación colonial de tanto tierra como persona. Su transformación en pinturas encarna esta contribución, así que no es de sorprender que las representaciones explícitas de minorías étnicas durante este período casi siempre están restringidas a las imágenes de fondo de élites europeas blancas dominantes como personas esclavizadas o sirvientes silenciosos y sin nombre. Incluso al centrarse en un solo color se puede realmente cambiar y desafiar lo que se observa y el cómo se entienden las pinturas y el índigo es usado e identificado en un gran número de obras, desde Tintoretto hasta Van Dyke hasta Turner y todas estas imágenes mantienen y ejemplifican estas historias y legados no contados y olvidados.